Ese momento...

Ese momento en el que explotas. Ese momento en el que te cansas de esperar sin recibir, y en el que te cansas de pedir sin recibir.

Llega un momento en el que te sientes estúpida, inútil, sin sentido, sin valor.

Ese momento en el que todo se vuelve negro, en el que empiezas a insultar en tu cabeza sin ton ni son. Ya estás harta. Las lágrimas ya caen porque es lo único que te queda ya.

Quieres chillar, gritar, mandar todo a la mierda. No quieres saber nada de nadie.

Entras a la ducha con todos estos sentimientos encontrados y lo único que puedes hacer es poner el agua tan caliente que te queme la piel. Tan caliente que se pone roja; tan caliente que duela. Por lo menos que duela de verdad.

Solo buscas la manera de desahogarte, la manera de que al menos alguien o algo sepa lo que sientes, cómo te sientes.

Ojalá poderle pegar puñetazos a algo, poder desahogarte físicamente, pero ahora mismo no puedes. Solo te queda escribir. Aunque solo sea para que se quede ahí, para contártelo a ti misma. 

Quieres soltarlo todo, y escribes, y notas como poco a poco la furia va saliendo; se va aplacando. Las lágrimas dejan de salir. Las dejas secar.

...

Ya has escrito lo que necesitabas echar.

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