Un inmenso mar



Como siameses fueron creciendo, a la orilla de un mar llamado vida.

Pero no sabían que la orilla no era más que el comienzo de algo mucho más grande, más duro y más difícil.

Pensaron que lo peor que les podía pasar era la arena caliente quemándole los pies, o la piedra clavada bajo ellos, o incluso el frío agua proveniente de la orilla.

Se pensaron que ya habían pasado lo más difícil en su vida, y que seguirían siendo los mismos siameses de siempre, que nada ni nadie los separaría.

Pero la vida es dar pasos hacia delante, hacia ese inmenso mar, y cada vez el mar arrastra con más fuerza, y pide que des más de ti.

Entraron juntos hacia ese camino, pensaron en luchar juntos contra esa fuerza.

A cada paso el agua le cubría más.

Primero hasta los tobillos, subiendo hasta las rodillas, y se dieron cuenta que a ambos le empezaron a temblar, pero ninguno podía volver hacia atrás. Ese es un viaje con billete de ida pero no de vuelta, se dieron cuenta cuando el agua les llegaba a la cintura.

Pobres siameses que no esperaban tal aventura, pero fue su decisión hacerla juntos, inseparables.

Cada vez que daban un pequeño paso les costaba más permanecer unidos, y lo notaban, les dolía.

Con el agua al cuello se miraron fijamente a los ojos, y con esa mirada se declararon todo el amor, la ilusión y desilusión, el miedo, y el dolor que sentían en ese momento; pero de repente se encontraron bajo el mar.

Cerraban los ojos con fuerza porque ver la realidad les escocía bastante en los ojos, aunque poco a poco consiguieron acostumbrarse a la sal de aquel lugar, el mar.

Una vez abiertos los ojos vieron mil cosas que nunca habían imaginado, peces globo, erizos “pelo-pincho”, ballenas, peces de colores, pero lo que más les sorprendió fueron los tiburones.

Solo fue al toparse con uno cuando aprendieron que los tiburones hacían daño, cuando dañaron su unión que tanto apreciaban.

Ahora iban con mil ojos por el mar, avanzando porque no podían hacer otra cosa, desconfiando hasta del pez más simple que había, el pez payaso. 

Esto no les ayudó, esa inseguridad y esa desconfianza les costó más de una amistad, más de un camino fácil.

Fue ahí cuando, tras intentar huir de un tiburón, ignoraron la ayuda de un buen señor, que al lanzar su ballesta para dañar al tiburón acabó, por error, deshaciendo su unión.

Esos siameses dejaron de ser uno para formar dos cosas distintas. El lazo que les unía se desvaneció, al igual que ambos terminaron en lo más profundo de ese mundo.

Comentarios

  1. Yaaa...!!! :O

    Excelente, me adentré mucho en la historia y me quedé wuauuu...!!! Muy buena entrada la verdad...!!! ^^,

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias ^^ Y me alegra que alguien se pare y la lea :)

      Eliminar

Publicar un comentario

¿Qué opinas?

Entradas populares de este blog

Como el Yin y el Yang

Decisiones

Cree en ti