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Mostrando entradas de diciembre, 2014

Me di cuenta...

Fue ahí cuando me di cuenta. Su sonrisa cada vez que me hablaba o me miraba, no desaparecía. Sus ojos mirando directamente a los míos, como si quisiera meterse en mi interior y ver todo lo que ahí se esconde. Simples “peleillas” con juegos de manos que nada más buscaba, acercándose a mí. Y cuando me iba, su sonrisa pícara se dirigía hacia mí, con su mirada recorriendo mi cuerpo de arriba abajo, como queriendo inspeccionar cada parte de mí sin que se le escapara ningún detalle. Fue ahí cuando me di cuenta que lo que tanto intuía podría llegar a ser real, pero no quería que esto fuese así. Me llegué a sentir alabada, querida, e incluso, deseada, pero lo peor de todo no es eso, sino que en parte, me gustó.

Juegos peligrosos

¿Sabéis una cosa? Yo fui la tonta por acceder a este juego tan... peligroso. Un juego de misterio, secretos, sentimientos incontrolables, y todo lo que ello conlleva. Ahora tengo las consecuencias, dolor, destrucción, más dolor, menos amistad, menos confianza, más tensión, menos libertad…, pero sobre todo, más calentamientos de cabeza.  ¿Y ahora qué? Pues lo único que me queda es solucionar esto que he montado yo, por jugar a este dichoso juego. Tengo que hacer que todo vuelva a estar estable, que nadie se sienta mal por mi culpa, ni por lo ocurrido, pero es muy difícil y más cuando ofrezco una solución y los demás me la rechazan, es masoquismo, prefieren sufrir que solucionar el problema. Sé que esto me marcará, mucho, pero también me atará más, veré como mi libertad va disminuyendo, y eso me hará sentir peor, no sé qué es lo que puede ocurrir, pero lo mejor es intentar solucionarlo, hacer como si esto no hubiera pasado, y evitar que pase otra vez. Maldita   noche de jue