Pasiones ocultas

  En medio de la nada, estaba él en su entera desnudez, con total elegancia, a paso lento.Sin ataduras ni nadie a quien deberle nada. Un caballo en toda su hermosura.

  De repente aparece ella, a su vez desnuda, con el cabello largo acariciando su pecho. Era la viva imagen de Afrodita, era perfecta.

  No  sé quién se sorprendió más él o la mujer al contemplar tal ejemplar.

  Ella se quedó inmóvil mientras que él seguía con su mismo paso firme y lento sin dejar de observarla. Era como un juego de miradas que solo ellos dos conocían.

  Fue entonces cuando ella decidió caminar hacia él. A cada paso su cuerpo se alzaba y volvía a descender en un segundo movimiento perfecto. Él detectó esa hermosura y se estremeció, moviendo su cola involuntariamente. Con cada espasmo su  corazón latía más rápido.

  Estaban frente a frente, y ella alzó su mano recorriendo su rostro. Las miradas seguían más intensamente que antes. Creo que los dos habían notado esa tensión, por lo que ella empezó a acariciarle el resto del cuerpo. En su recorrido ella lo rodeó para ver de cerca cada parte de su esculpido cuerpo, incluyendo esa larga cola que de vez en cuando seguía sufriendo espasmos. Acarició la cola primero con una mano, y luego con las dos; notaba más de cerca que nunca sus espasmos. 

  Ya no aguantaba más. Mirándolo a los ojos decidió que era hora de montarlo. Una vez subida en él, la chica notó la dureza y demás cualidades del miembro que estaba montando. Y él empezó a moverse a paso lento mientras ella le seguía el ritmo; ambos acompasados. Cada vez iba aumentando más hasta alcanzar el trote. La mujer no salía de su asombro. 

  Lo que no podía ni imaginar era lo que se le venía encima. Un caballo salvaje no tiene control y no sabe cuando parar.

  Él apresuró la marcha a un ritmo inigualable, a un ritmo que ella nunca había visto antes, dando a conocer así que ser domado no estaba en sus planes. Y eso a ella le gustaba, hacia que cada vez sintiera más deseo de seguir montándolo, sintiendo como cada movimiento sacudía su cuerpo.

  
    Nunca antes habían sentido esa sensación tan viva, tan llena de magia.